domingo, 17 de marzo de 2013

135
En 11º pasaremos a estudiar el teatro barroco
Primero estudiaremos sus antecedentes con los personajes de la comedia del arte
Después analizaremos los corrales de comedias




El espectáculo teatral era algo muy interesante para un espectador barroco lo podrás ver aquí
Podremos estudiar este teatro a través de cuatro obras:
El perro del hortelano
texto visual de El perro del hortelano
Guía de lectura de El perro del hortelano

Peribáñez y el comendador de Ocaña de Lope de Vega
Texto visual de Peribáñez y el comendador de Ocaña
El burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de Molina
texto visual de El burlador de Sevilla
El alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca
Texto visual de El alcalde de Zalamea
134
En 10º empezaremos el tema 7 donde estudiaremos lo siguiente:
 Repaso de argumentación
Introducción al teatro del siglo XX
Teatro de Valle Inclán
Divinas palabras de Valle Inclán
Texto visual de Divinas palabras (fragmento)
Teatro de García Lorca
La casa de Bernarda Alba
Texto visual La casa de Bernarda Alba
133
En 9º estudiaremos  el tema 7 estudiando:
La argumentación
El Barroco
Dentro de la lírica barroca estudiaremos:
Conceptismo y culteranismo

Biografía de Luis de Góngora
La más bella niña
Romance Amarrado al duro banco
Letrilla religiosa
Soneto a Córdoba
Prevención ante el amor

Biografía de Francisco de Quevedo
Miré los muros de la patria mía
¡Ah de la vida!
Cerrar podrá mis ojos la postrera
A una nariz

biografía de Lope de Vega
soneto dirigido a Elena Osorio que se ha ido con un noble
romance amoroso a Isabel de Urbina
Pastor que con tus silbos amorosos


132
Para el viernes 22 de marzo tendremos una pequeña prueba con este contenido:
Prosa narrativa renacentista.
Texto de El Lazarillo de Tormes.
Biografía de Cervantes. Lectura de Rinconete y Cortadillo
131
En esta época anterior a la Semana Santa, es tiempo de pregones, para mí uno de los más queridos es el que mi alumno Juan Morales Ramos hizo en el pregón universitario de 2012. Aquí lo podéis ver en este enlace:
Pregón de Juan Morales Ramos

viernes, 15 de marzo de 2013

130
En 12º y 12º BI esquema del ensayo:

Esquema del ensayo del siglo XX
Escritores de fin de siglo (generación del 98)
            Características
            Escritores de fin de siglo
            Desastre del 98
            Carácter español, Castilla, subjetividad, autobiografía, diálogo con el lector.
            Regeneracionismo
            Joaquín Costa, “despensa y escuela para todos”
            Antonio Machado, prosa Los complementarios, Juan de Mairena
.          
Ángel Ganivet Idearium español
            Ramiro de Maeztu Hacia otra España, Don Quijote, don Juan y la Celestina
Unamuno En torno al casticismo, Vida de don Quijote y Sancho, Del sentimiento trágico de la vida.
            Azorín Los pueblos, La ruta de don Quijote, Castilla.


Novecentismo (generación del 14)
            Características
            José Ortega y Gasset
                        Ensayos filosóficos Meditaciones del Quijote
                        Ensayos sobre ideas estéticas La deshumanización del arte
                        Texto de la deshumanización del arte
                       Artículo sobre la obra La deshumanización del arte
                       Otro artículo interesante sobre esta obra
                        Ensayos sobre ideas sociopolíticas España invertebrada, La rebelión de las masas.
            Azaña ¡Todavía el 98!
            Eugenio d´Ors
            Gregorio Marañón Don Juan, Tres ensayos sobre la vida sexual.
            Salvador de Madariaga  Ingleses, franceses y españoles.

Ensayo en los años 40-50
            Pedro Laín Entralgo La generación del 98, España como problema.
            Julián Marías Los españoles.
            José Luis López Aranguren El marxismo como moral, Erotismo y liberación de la mujer.
            Enrique Tierno Galván Humanismo y sociedad.

Ensayo en el exilio
            María Zambrano Filosofía y poesía.
            Francisco Ayala España a la fecha.

Ensayo en los 60 y 70
            Características

Ensayo de los 80 a la actualidad
            Agustín García Calvo
            Fernando Savater
            José Antonio Marina

129
En 12º y 12º BI el esquema de literatura hispanoamericana:

Esquema de la novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad del siglo XX
Tema 20
La nueva narrativa
            Aspectos temáticos.
                        La fantasía, incorporan lo mágico y lo maravilloso.
                        Lo fantástico, aparece lo misterioso e irracional.
                        La condición humana, búsqueda de identidad de los  protagonistas.
                        Preocupación  por la creación literaria.
                        Humor.
            Aspectos discursivos
                   El narrador omnisciente deja paso al  narrador protagonista, personaje  o testigo y se produce la multiplicidad  de perspectivas.
               El tiempo, inversión temporal, historias paralelas o intercaladas, saltos  temporales o el caos temporal.
                     Lenguaje.
 Lo real maravilloso: Alejo Carpentier, El siglo de las luces.
 El  realismo mágico: Miguel Ángel Asturias El señor presidente.
            Juan Rulfo: El llano en llamas, Pedro Páramo.
            Onetti: El astillero.
            Ernesto Sábato: El túnel.
            Augusto Roa Bastos: Yo, el supremo.
            Julio Cortazar: Rayuela (búsqueda, juego, creación literaria).
            Carlos Fuentes: La muerte de Artemio Cruz.
           Gabriel García Márquez: Cien años de soledad (argumento, discurso narrativo), Crónica de una muerte anunciada, Relato de un náufrago, El amor en los tiempos del  cólera.
            Mario Vargas Llosa: La ciudad y los perros, El hablador
Narrativa después del boom
           Alfredo Bryce Echenique El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz
          Cabrera Infante: Tres tristes tigres.
          Roberto Bolaño 2666
Evolución del realismo mágico
          Isabel Allende, La casa de los espíritus. (ampliar)
          Laura Esquivel, Como agua para chocolate. (ampliar)
 El cuento hispanoamericano
            Cuento realista: Horacio Quiroga
            Cuento fantástico: Cortazar. Jorge Luis Borges: Ficciones, El aleph. Adolfo Bioy Casares.
            Realismo  mágico: Augusto Monterroso, Gabriel García Márquez, 


128
En 12º y 12º BI incluyo  el esquema de la poesía desde el 70:

Esquema de la poesía desde los años 70 a nuestros días: tendencias [poesía culturalista, de la experiencia y neovanguardista], autores y obras representativos.


Tema 17
Años 70: los novísimos Poesía culturalista
Rompen con el realismo: cultura de masas, culturalismo (cultura urbana, exotismo y belleza, reflexión sobre la creación literaria) textos difíciles
Pere Gimferrer Arde el mar
Leopoldo María Panero Last river together
Antonio Colinas Truenos y flautas en el templo, Sepulcro en Tarquinia
Félix de Azúa El velo en el rostro de Agamenón
Guillermo Carnero El sueño de Escipión

Poesía a partir de los 80
Neorromanticismo
Antonio Colinas (sigue lo anterior) Jardín de Orfeo

Poesía del silencio, minimalista o conceptualista
Jaime Siles

Poesía épica
Julio Llamazares La lentitud de los bueyes

Poesía sensualista o del nuevo erotismo
Ana Rossetti Indicios vehementes

Poesía de la experiencia
Hechos cotidianos, intimismo, paso del tiempo, anécdota, lenguaje conversacional, monólogo dramático
Luis García Montero Rimado de ciudad
Jon Juaristi Diario de un poeta recién cansado

Poesía clasicista
Luis Antonio de Villena Sublime solarium

Neosurrealismo, Neovanguardista
Blanca Andreu, De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall

127
Para 12º y 12º BI esquema narrativa desde el 70:

Esquema de la novela desde 1975 hasta nuestros días: tendencias [poemática, histórica y de memorias], autores y obras representativos.


Tema 18
Años setenta
Características

Novela de memoria
Carmen Martín Gaite El cuarto de atrás
Estudio de la obra
Texto de la novela
Otra teoría sobre la novela

Novela de intriga
Manuel Vázquez Montalban Asesinato en el Comité Central
Antonio Muñoz Molina El invierno en Lisboa, Beltenebros.
Eduardo Mendoza La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios, Sin noticias de Gurb

Novela histórica
Arturo Pérez Reverte El capitán Alatriste
Juan Eslava Galán En busca del Unicornio
Miguel Delibes El príncipe destronado, Los Santos Inocentes, El hereje.
Ildefonso Falcones La catedral del mar, La mano de Fátima.
Javier Cercás Soldados de Salamina
Ana María Matute Olvidado rey Gudú 
Dulce Chacón La voz dormida 



Novela del novelar o ficción metanovelesca
Juan García Hortelano Gramática Parda
Carlos Ruiz Zafón La sombra del viento


Novela intimista
Luis Landero Juegos de la edad tardía
Luis Mateo Díez Las estaciones provinciales
Almudena Grandes Malena es un nombre de tango, Los aires difíciles

Novela testimonial
José Ángel Mañas Las historias del Kronen

Novela erótica
Almudena Grandes Las edades de Lulú

jueves, 14 de marzo de 2013

126
Uno de los principales escritores de la actual poesía de la experiencia es Luis García Montero, aquí tenéis un enlace para leer algunos de sus poemas.
125
Dentro de la literatura actual quiero destacar a Jon Juaristi, pero antes de leerlo a él quiero que leáis a un autor que escribe en vasco llamado Gabriel Aresti
LA CASA DE MI PADRE
Gabriel Aresti , 1963


Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.


Traducción: Gabriel Aresti

Versión original: NIRE AITAREN ETXEA


SI POR DECIR UNA VERDAD
Gabriel Aresti , 1963


Si por decir una verdad
han de matarme
las hijas,
han de violarme
la mujer,
han de derribar
la casa
donde vivo;
si por decir una verdad
han de cortarme
la mano
con que escribo,
la lengua
con que canto;
si por decir una verdad
han de borrar
mi nombre
de las páginas de oro
de la literatura vasca,
en ningún momento,
de ninguna manera,
en ningún lugar
podrán
acallarme.


Traducción: Gabriel Aresti

Versión original: EGIA BAT ESATEAGATIK

De Jon Juaristi me gustan especialmente estos poemas:
O dark dark dark
      
Let's ask for the bill,      decías. No
querías quedarte. Decidimos, no obstante,
pedir un último café.
Nerviosa y aburrida, llamaste al camarero:
              ... and one tea for me, with milk. Please.
Fuera estaba cayendo mansamente la lluvia.
Se perdía la gente hacia calles extrañas.
              Let's ask for the bill, now. La pasión de un verano
yacía moribunda al pie de la tetera.
              Well, see you... y dónde,
dónde se fue tu amor, Pentesilea.
             
KATÁBASIS

                          A Joseba Sarrionandía

                 ¿De dónde vienen esas luces,
                 dónde están los marinos
                 del barco antiguo?
                                   Francisco Ibernia

Decid ¿cómo zafarse
de estas tristes anémonas,
arrastrado a la vasta
oscuridad del fondo?

Vidrio abisal ¿qué es esa
luminaria imprecisa?
Llama malva no extinta
desciende con nosotros.

Arriba, las cuadernas
abiertas del esquife:
alta quilla, acerado
esternón silencioso.

Ah la tierna madera,
tacto suave del pino,
arrebatada gloria
del olivo y del olmo.

Caer. Caer despacio,
como un áncora enferma.
Madréporas hostiles
vedarán mi retorno.



LA CASADA INFIEL

Un día de Aberri Eguna
me puso en un compromiso.
                          
Después vivimos una historia
de amor, maría y luna llena
frente a la playa de Zarauz
que habría matado de envidia
a cualquier arábigo-andaluz.

Yo me la llevé a la playa
la noche de Aberri Eguna,
pero tenía marido
y era de Herri Batasuna.

Me porté como quien soy,
como un euscaldún legítimo,
y para olvidarla pronto
le regalé un prendedor
con un verso, una icurriña, una pluma y una flor,
y un libro de Patri Urkizu
forrado en raso pajizo.
             
Diario de un poeta recién cansado 1985

SPOON RIVER, EUSKADI

¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,
y por qué hemos matado tan estúpidamente?
Nuestros padres mintieron: eso es todo.

Suma de varia intención 1987



AS A MAN GROWS OLDER

Por mi edad turbulenta
-o sea, de los veinte a los cuarenta-,
mejor pasar como si sobre ascuas.

Bebí, amé (es un decir)
y gasté por encima
de lo que la prudencia aconsejaba.

Tú, que me envidias, debes
saber que cambiaría sin mirarla
tu juventud oscura por los años
de la edad turbulenta
en que trastabillé más de la cuenta.

Los paisajes domésticos 1992


124
En 12º y 12º BI como segundo autor de los  Novísimos, aunque no estaba en la obra de Castellet, a Antonio Colinas
I
GIACOMO CASANOVA ACEPTA EL CARGO DE BIBLIOTECARIO QUE LE OFRECE, EN BOHEMIA, EL CONDE DE WALDSTEIN
Il vostro passo di velluto
E il vostro sguardo di vergine violata.

Dino Campana

Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.

Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mi persona, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serallos azules de Estambul.

II

Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas).
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de orquídeas
en las calas olvidadas.

Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie de relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.

Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
o con la luz de todos los azules.

Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a un puñado de sal.
O de luz.

Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón —al fin— pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.

III
LOS ÚLTIMOS VERANOS
Padres: aunque intuyo un vacío
que sólo con dolor podrá el tiempo llenar,
estos últimos años vuestros
son, en verdad, los más bellos años míos;
porque, aunque hay un final que puede amenazarlos,
los va intensificando el verdadero amor.
Sí, por maduros y temibles son
los instantes más bellos de mi vida,
porque al irse abriendo en mí el vacío
de vuestra ausencia
definitivamente cierro cada duda
del ser y del no ser.
(No hay dudas ya en el tiempo del amor).

¿Y qué daría yo por detener
esta luz de los últimos veranos,
las auroras de oro en nuestras vegas?
Todo es verde y dorado en esa luz.
Así es que esperadme en el fuego o la nieve
de aquellos cielos fríos,
de aquellos cielos puros.
Sabed que ya no quedan
espinos en los nidos de otro días
(son tan sólo las zarzas que rodean
los huertos y los prados de León;
los que tienen un fondo de espadañas,
de cicatrices de piedras ferrosas,
de adobe enfebrecido,
y humedades de tréboles y juncos
flotando en madrugadas de silencio).

Esperad y que sienta
temblar un día más vuestras dos vidas
como temblaban álamos de junio
(jóvenes y con pájaros)
junto a los ríos de mi adolescencia.
No vayáis más allá.
Que perdure este instante
perfumado de muerte y de amor verdadero.
No atraveséis aún la frontera infinita.
123
En 12º y 12º BI para estudiar los Novísimos vamos a tratar a dos autores:
Pere Gimferrer
CUCHILLOS EN ABRIL

Odio a los adolescentes.
Es fácil tenerles piedad.
Hay un clavel que se hiela en sus dientes
y cómo nos miran al llorar.

Pero yo voy mucho más lejos.
En su mirada un jardín distingo.
La luz escupe en los azulejos
el arpa rota del instinto.

Violentamente me acorrala
esta pasión de soledad
que los cuerpos jóvenes tala
y quema luego en un solo haz.

¿Habré de ser, pues, como éstos?
(La vida se detiene aquí)
Llamea un sauce en el silencio.
Valía la pena ser feliz.

De Arde el mar


DIDO Y ENEAS

I
Esta bien y es una norma: fuera del paraíso,
recordando, no a Eliot, sino una traducción de Eliot,
(nuestra vida como los pocos versos que quedan de T. E. Hulme)
las naves que conducen a los guerreros difuntos,
(qué dios, qué héroe bajo los cielos recibirá esta carga),
la madera clafateada, el chapaleo las oscuras olas,
avanzando, no hacia un reino ignorado, no hacia el recuerdo o la infancia,
sino más bien hacia lo conocido. Así vuelve de pronto Milán,
una noche, a los dieciséis años: luz en la luz, relámpago,
rosa y cruz de la aurora (los tranvías, disueltos en el crepúsculo,
de oro, de oro y en mi pecho qué frágiles)
Dido y Eneas, sólo una máscara de nieve,
un vaciado en yeso tras el maquillaje escarlata,
como danzarina etrusca,
cálido fox,
oscuro petirrojo,
la imperial de los ómnibus de Nueva Orleans está pintada de amarillo
y hay que bailar con un alfiler de oro en la mejilla
(como cuando se rezan oraciones para conjurar al Ruiseñor
                            y la Rosa o al milano en la tarde)


Amor mío, amor mío, dulce espada,
las llamas invadieron las torres de Cartago y sus jardines,
qué concierto en la nieve para piano
qué concierto en la nieve.

II
Y aún nos es posible cierta aspiración al equilibrio,
la pureza de líneas, el trazado de un diseño,
el olvido de la retórica de lo explícito por la retórica de las alusiones,
los recursos del arte (la piedra presiente la forma),
el recuerdo de una tarde de amor o un rezo en la capilla del colegio,
la vidriera teñía los rostros de un esplendor violeta,
naufragaban en la claridad submarina las hebillas de oro de los caballeros,
todo en escorzo, la luz amarilla chorreando en las botas y los cintos,
las cabezas extáticas, vueltas al cielo raso, porcelana de la tarde,
la quilla, los velámenes,
(qué costas y escolleras),
las islas, timonel,
en el viento nos llegan los cabellos de una sirena, las arenas doradas,
historias de hombres ahogados en el mar.

¿Qué costas? ¿Qué legiones?


EL ARPA EN LA CUEVA

Ardía el bosque silenciosamente.
Las nubes del otoño proseguían
su cacería al fondo de los cielos.
posesión. Ya no oís la voz del cuco.
¿Qué ojo de dragón, qué fuego esférico,
qué tela roja, tafetán de brujas,
vela mis ojos? Llovió, y en la hierba
queda una huella. Mas he aquí que arde
nítido y muy lejano el bosque en torno,
un edificio, una pavesa sola,
una lanza hasta el último horizonte,
cual tirada a cordel. Nubes. El viento
no murmura palabras al oído
ni repite otra historia que ésta: ved
el castillo y los muros de la noche,
el zaguán, el reloj, péndulo insomne,
los cayados, las hachas, las segures;
ofertas a la sombra, todo cuanto
abandonan los muertos, el tapiz
dormido de hojas secas que pisamos
entrando a guarecemos. Pues llovía
-se quejaban las hojas- y el cristal
empañado mostró luego el incendio
como impostura. ¿Llegarán las lenguas
y la ira del fuego, quemarán
desde la base el muerto maderamen,
abrirán campo raso donde hubo
cerco de aire y silencio? No es inútil
hablar ahora del piano, los visillos,
las jarras de melaza, el bodegón,
los soldados de plomo entre serrín,
las llaves de la cómoda, tan grandes,
como en el tiempo antiguo. No es inútil.
Pero qué cielo éste del otoño.
La abubilla que habla a los espíritus,
la urraca, el búho, la corneja augur,
el gavilán, huyeron" Ni una sombra
se interpone entre el lento crepitar
y el cielo en agonía. Abrid un templo
para este misterio. Sangre cálida
dejó tu pecho suave entre mis manos,
amada mía: un goterón de púrpura
muy tembloroso y dulce. Como yesca
llameó la paloma sin quejarse.
La muerte va vestida de dorado,
dos serpientes por ojos. Qué silencio.
Tarda el fuego en llegar al pabellón
y hay que ir retirándose. Ni un beso
de despedida. Quedó sólo un guante
o un antifaz vacío. Cruces, cruces
para ahuyentar los lobos!
                                   Un guerrero
trae la armadura agujereada a tiros.
En sus cuencas vacías hay abejas.
Lagartos en sus ingles. Las hormigas,
ah, las hormigas besan por su boca.
Espadas de la luz, rayos de luna
sobre mi frente pálida! Un instante
velando sorprendí a vuestro reflejo
la danza de Silvano. Ágiles pies,
muslos de plata piafante. El agua
lavó esta huella de metal fundido.
Y un resplandor se acerca. Así ha callado
el naranjo en la huerta, y el murmullo
de su brisa no envía el hondo mar.
Vivir es fácil. Qué invasión, de pronto,
qué caballos y aves. Tras las nubes
otras nubes acechan. Descargad
este fardo de lluvia. ¡Un solo golpe,
como talando un árbol de raíz!
Se agradece la lluvia desde el porche
cuando anochece y ya los fuegos fatuos
gimen y corretean tras las tapias,
como buscándonos. Recuerdo que encendías
un cigarrillo antes de irte. Luego
el rumor de tus pasos en la grava,
sobre las hojas secas. Nieve, nieve,
quema mi rostro, si es que has de venir!
Se agradece la lluvia en esta noche
del otoño tardío. Canta el cuco
entre las ramas verdes. Un incendio,
un resplandor el bosque nos reserva
a los que aún dormimos bajo alero
y tejas, guarecidos de la vida
por uralita o barro, como si
no estuvieran entrando ya los duendes
con un chirrido frágil
por esta chimenea enmohecida.



ELEGÍA

Morir serenamente como nunca he vivido
y ver pasar los coches como en una pantalla
y las canciones lentas de Nat King Cole
un saxofón un piano los atardeceres en las terrazas bajo los
                     parasoles
esta vida que nunca llegué a interpretar
el viento en los pasillos las ventanas abiertas todo es blanco
                     como en una clínica
todo disuelto como una cápsula de cianuro en la oscuridad
Se proyectan diapositivas con mi historia
entre el pesado olor del cloroformo
Bajo la niebla del quirófano extrañas aves de colores anidan

"Extraña fruta y otros poemas" 1968 - 1969


EN INVIERNO, LA LLUVIA DULCE EN LOS PARABRISAS...

En invierno, la lluvia dulce en los parabrisas, las carreteras
          brillando hacia el océano,
la viajera de los guantes rosa, oh mi desfallecido corazón, clavel
          en la solapa del smoking,
muerto bajo el aullido de la noche insaciable, los lotos en la niebla,
          el erizo de mar al fondo del armario,
el viento que recorre los pasillos y no se cansa de pronunciar
          tu nombre.

Ella venía por la acera, desde el destello azul de Central Park.
¡Cómo me dolía el pecho sólo con verla pasar!
Sonrisa de azucena, o jos de garza, mi amor,
entre el humo del snack te veía pasar yo.
¡Oh música, oh juventud, oh bullicioso champán!
(Y tu cuerpo como un blanco ramillete de azahar...)

Los jardines del barrio residencial, rodeados de verjas,
           silenciosos, dorados, esperan.
Con el viento que agita los visillos viene un suspiro de
           sirenas nevadas.

Todas las noches, en el snack,
mis ojos febrües la vieron pasar.
Todo el inviemo que pasé en New York
mis ojos la buscaban entre nieve y neón.

Las oficinas de los aeropuertos, con sus luces de clínica.
El paraíso, los labios pintados, las uñas pintadas, la sonrisa,
           las rubias platino, los escotes, el mar verde y oscuro.
Una espada en la helada tiniebla, un jazmín detenido
           en el tiempo.
Así llega, como un áncora descendiendo entre luminosos
           arrecifes,
la muerte.

Se empañaban los cristales con el frío de New York.
¡Patinando en Central Park sería un cisne mi amor!

Los asesinos llevan zapatos de charol. Fuman rubio, sonríen.
             Disparan.
La orquesta tiene un saxo, un batería, un pianista. Los cantantes.
             Hay un número de strip-tease y un prestidigitador.
Aquella noche llovía al salir. El cielo era de cobre y luz
             magnética.

ODA A VENECIA ANTE EL MAR DE LOS TEATROS

Las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.
                                                                          García Lorca

Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
Con que trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,
palomas que descienden y suavemente pósanse.
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida,
mármol en la Dogana como observaba Pound
y la masa de un féretro en los densos canales.
Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,
sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,
príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.
Que pureza un desnudo o adolescente muerto
en las inmensas salas del recuerdo en penumbra
¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sido
y éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?
Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad,
copos que os diferís en el parque nevado,
el que hoy así acoge vuestro amor en el rostro
o aquel que allá en Venecia de belleza murió?
Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente.
Como la vena insiste sus conductos de sangre,
va, viene y se remonta nuevamente al planeta
y así la vida expande en batán silencioso,
el pasado se afirma en mí a esta hora incierta.
Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sé
si valía la pena o la vale. Tú, por quien
es más cierta mi vida, y vosotros que oís
en mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.
Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso
mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Venecia
va para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soy
el que fui entonces, sé tensarme y ser herido
por la pura belleza como entonces, violín
que parte en dos aires de una noche de estío
cuando el mundo no puede soportar su ansiedad
de ser bello. Lloraba yo acodado al balcón
como en un mal poema romántico, y el aire
promovía disturbios de humo azul y alcanfor.
Bogaba en las alcobas, bajo el granito húmedo,
un arcángel o sauce o cisne o corcel de llama
que las potencias últimas enviaban a mi sueño.
                                                                      Lloré, lloré, lloré
¿Y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?
Agua y frío rubí, transparencia diabólica
grababan en mi carne un tatuaje de luz.
Helada noche, ardiente noche, noche mía
como si hoy la viviera! Es doloroso y dulce
haber dejado atrás a la Venecia en que todos
para nuestro castigo fuimos adolescentes
y perseguirnos hoy por las salas vacías
en ronda de jinetes que disuelve un espejo
negando, con su doble, la realidad de este poema.

miércoles, 13 de marzo de 2013

122
En 12º y 12º BI Vamos a leer en clase en la corriente neorrealista dos cuentos de Ana María Matute, el cuento Pecado de omisión y:
EL ÁRBOL DE ORO
Ana María Matute
Asistí durante un otoño a la escuela de la señorita Leocadia, en la aldea, porque mi salud no andaba bien y el abuelo retrasó mi vuelta a la ciudad. Como era el tiempo frío y estaban los suelos embarrados y no se veía rastro de muchachos, me aburría dentro de la casa, y pedí al abuelo asistir a la escuela. El abuelo consintió, y acudí a aquella casita alargada y blanca de cal, con el tejado pajizo y requemado por el sol y las nieves, a las afueras del pueblo.
La señorita Leocadia era alta y gruesa, tenía el carácter más bien áspero y grandes juanetes en los pies, que la obligaban a andar como quien arrastra cadenas. Las clases en la escuela, con la lluvia rebotando en el tejado y en los cristales, con las moscas pegajosas de la tormenta persiguiéndose alrededor de la bombilla, tenían su atractivo. Recuerdo especialmente a un muchacho de unos diez años, hijo de un aparcero muy pobre, llamado Ivo. Era un muchacho delgado, de ojos azules, que bizqueaba ligeramente al hablar. Todos los muchachos y muchachas de la escuela admiraban y envidiaban un poco a Ivo, por el don que poseía de atraer la atención sobre sí, en todo momento. No es que fuera ni inteligente ni gracioso, y, sin embargo, había algo en él, en su voz quizás, en las cosas que contaba, que conseguía cautivar a quien le escuchase. También la señorita Leocadia se dejaba prender de aquella red de plata que Ivo tendía a cuantos atendían sus enrevesadas conversaciones, y –yo creo que muchas veces contra su voluntad- la señorita Leocadia le confiaba a Ivo tareas deseadas por todos, o distinciones que merecían alumnos más estudiosos y aplicados. Quizá lo que más se envidiaba de Ivo era la posesión de la codiciada llave de la torrecita. Ésta era, en efecto, una pequeña torre situada en un ángulo de la escuela, en cuyo interior se guardaban los libros de lectura. Allí entraba Ivo a buscarlos, y allí volvía a dejarlos, al terminar la clase. La señorita Leocadia se lo encomendó a él, nadie sabía en realidad por qué. Ivo estaba muy orgulloso de esta distinción, y por nada del mundo la hubiera cedido. Un día, Mateo Heredia, el más aplicado y estudioso de la escuela, pidió encargarse de la tarea -a todos nos fascinaba el misterioso interior de la torrecita, donde no entramos nunca-, y la señorita Leocadia pareció acceder. Pero Ivo se levantó, y acercándose a la maestra empezó a hablarle en su voz baja, bizqueando los ojos y moviendo mucho las manos, como tenía por costumbre. La maestra dudó un poco, y al fin dijo: -Quede todo como estaba. Que siga encargándose Ivo de la torrecita.A la salida de la escuela le pregunté:
-¿Qué le has dicho a la maestra?
Ivo me miró de través y vi relampaguear sus ojos azules.
-Le hablé del árbol de oro.
Sentí una gran curiosidad.
-¿Qué árbol?
Hacía frío y el camino estaba húmedo, con grandes charcos que brillaban al sol pálido de la tarde. Ivo empezó a chapotear en ellos, sonriendo con misterio.
-Si no se lo cuentas a nadie...
-Te lo juro, que a nadie se lo diré.
Entonces Ivo me explicó:
-Veo un árbol de oro. Un árbol completamente de oro: ramas, tronco, hojas... ¿sabes? Las hojas no se caen nunca. En verano, en invierno, siempre. Resplandece mucho; tanto, que tengo que cerrar los ojos para que no me duelan.
-¡Qué embustero eres! -dije, aunque con algo de zozobra. Ivo me miró con desprecio.
-No te lo creas -contestó-. Me es completamente igual que te lo creas o no... ¡Nadie entrará nunca en la torrecita, y a nadie dejaré ver mi árbol de oro! ¡Es mío! La señorita Leocadia lo sabe, y no se atreve a darle la llave a Mateo Heredia, ni a nadie... ¡Mientras yo viva, nadie podrá entrar allí y ver mi árbol!
Lo dijo de tal forma que no pude evitar el preguntarle:
-¿Y cómo lo ves...?
-¡Ah, no es fácil -dijo, con aire misterioso-. Cualquiera no podría verlo. Yo sé la rendija exacta.
-¿Rendija?...
-Sí, una rendija de la pared. Una que hay corriendo el cajón de la derecha: me agacho y me paso horas y horas... ¡Cómo brilla el árbol! ¡Cómo brilla! Fíjate que si algún pájaro se le pone encima también se vuelve de oro. Eso me digo yo: si me subiera a una rama, ¿me volvería acaso de oro también?
No supe qué decirle, pero, desde aquel momento, mi deseo de ver el árbol creció de tal forma que me desasosegaba. Todos los días, al acabar la clase de lectura, Ivo se acercaba al cajón de la maestra, sacaba la llave y se dirigía a la torrecita. Cuando volvía, le preguntaba:
-¿Lo has visto?
-Sí -me contestaba. Y, a veces, explicaba alguna novedad:
-Le han salido unas flores raras. Mira: así de grandes, como mi mano lo menos, y con los pétalos alargados. Me parece que esa flor es parecida al arzadú.
-¡La flor del frío! -decía yo, con asombro-. ¡Pero el arzadú es encarnado!
-Muy bien -asentía él, con gesto de paciencia-. Pero en mi árbol es oro puro.
-Además, el arzadú crece al borde de los caminos... y no es un árbol.
No se podía discutir con él. Siempre tenía razón, o por lo menos lo parecía.
Ocurrió entonces algo que secretamente yo deseaba; me avergonzaba sentirlo, pero así era: Ivo enfermó, y la señorita Leocadia encargó a otro la llave de la torrecita. Primeramente, la disfrutó Mateo Heredia. Yo espié su regreso, el primer día, y le dije:
-¿Has visto un árbol de oro?
-¿Qué andas graznando? -me contestó de malos modos, porque no era simpático, y menos conmigo. Quise dárselo a entender, pero no me hizo caso.
Unos días después, me dijo:
-Si me das algo a cambio, te dejo un ratito la llave y vas durante el recreo. Nadie te verá...
Vacié mi hucha, y, por fin, conseguí la codiciada llave. Mis manos temblaban de emoción cuando entré en el cuartito de la torre. Allí estaba el cajón. Lo aparté y vi brillar la rendija en la oscuridad. Me agaché y miré.
Cuando la luz dejó de cegarme, mi ojo derecho sólo descubrió una cosa: la seca tierra de la llanura alargándose hacia el cielo.Nada más. Lo mismo que se veía desde las ventanas altas. La tierra desnuda y yerma, y nada más que la tierra. Tuve una gran decepción y la seguridad de que me habían estafado. No sabía cómo ni de qué manera, pero me habían estafado.
Olvidé la llave y el árbol de oro. Antes de que llegaran las nieves regresé a la ciudad.
Dos veranos más tarde volví a las montañas. Un día, pasando por el cementerio -era ya tarde y se anunciaba la noche en el cielo: el sol, como una bola roja, caía a lo lejos, hacia la carrera terrible y sosegada de la llanura- vi algo extraño. De la tierra  grasienta y pedregosa, entre las cruces caídas, nacía un árbol grande y hermoso, con las hojas anchas de oro: encendido y brillante todo él, cegador. Algo me vino a la memoria, como un sueño, y pensé: "Es un árbol de oro". Busqué al pie del árbol, y no tardé en dar con una crucecilla de hierro negro, mohosa por la lluvia. Mientras la enderezaba, leí: IVO MÁRQUEZ, DE DIEZ AÑOS DE EDAD.
Y no daba tristeza alguna, sino, tal vez, una extraña y muy grande alegría.