Juan Ramón Jiménez.
Selección de poesías
NOCTURNOS.
¿ Quién pasará mientras duermo,
por mi jardín ? A mi alma
llegan en rayos de luna
voces henchidas de lágrimas.
Muchas noches he mirado
desde el balcón, y las ramas
se han movido y por la fuente
he visto quimeras blancas.
Y he bajado silencioso...
y por las finas acacias
he oído una risa, un nombre
lleno de amor y nostalgia.
Y después, calma, silencio,
estrellas, brisa, fragancias...
la luna pálida y triste
dejando luz en el agua...
Alguna noche que he ido
solo al jardín, por los árboles
he visto un hombre enlutado
que no deja de mirarme.
Me sonríe y, lentamente,
no sé cómo, va acercándose,
y sus ojos quietos tienen
un brillo extraño que atrae.
He huido, y desde mi cuarto,
a través de los cristales,
lo he visto subido a un árbol
y sin dejar de mirarme.
Mi alma ha dejado su cuerpo
con las rosas, y callada
se ha perdido en los jardines
bajo la luna de lágrimas.
Quiso mi alma el secreto
de la arboleda fantástica;
llega... el secreto se ha ido
a otra arboleda lejana.
Y ya, sola entre la noche,
llena de desesperanza,
se entrega a todo, y es luna
y es árbol y sombra y agua.
Y se muere con la luna
ente luz divina y blanca,
y con el árbol suspira
con sus hojas sin fragancia,
y se deslíe en la sombra,
y solloza con el agua,
y, alma de todo el jardín,
sufre con todo mi alma.
Si alguien encuentra mi cuerpo
entre las rosas mañana
dirá quizás que me he muerto
a mi pobre enamorada.
Mar
Parece, mar, que luchas
-¡oh desorden sin fin, hierro incesante!-
por encontrarte o porque yo te encuentre.
¡Qué inmenso demostrarte,
en tu desnudez sola
-sin compañera... o sin compañero
según te diga el mar o la mar-, creando
el espectáculo completo
de nuestro mundo de hoy!
Estás, como en un parto,
dándote a luz -¡con qué fatiga!-
a ti mismo, ¡mar único!,
a ti mismo, a ti sólo y en tu misma
y sola plenitud de plenitudes,
... ¡por encontrarte o porque yo te encuentre!
Diario de un poeta recién casado 1917
Parece, mar, que luchas
-¡oh desorden sin fin, hierro incesante!-
por encontrarte o porque yo te encuentre.
¡Qué inmenso demostrarte,
en tu desnudez sola
-sin compañera... o sin compañero
según te diga el mar o la mar-, creando
el espectáculo completo
de nuestro mundo de hoy!
Estás, como en un parto,
dándote a luz -¡con qué fatiga!-
a ti mismo, ¡mar único!,
a ti mismo, a ti sólo y en tu misma
y sola plenitud de plenitudes,
... ¡por encontrarte o porque yo te encuentre!
Diario de un poeta recién casado 1917
¡Intelijencia,
dame
el
nombre exacto de las cosas!
...
Que mi palabra sea
la
cosa misma
creada
por mi alma nuevamente.
Que
por mí vayan todos
los
que no las conocen, a las cosas;
que
por mí vayan todos
los
que ya las olvidan, a las cosas...
¡Intelijencia,
dame
el
nombre exacto, y tuyo
y
suyo, y mío, de las cosas!
Eternidades 1918
LA
FRUTA DE MI FLOR
Esta
conciencia que me rodeó
en
toda mi vida,
como
halo, aurora, atmósfera de mi ser mío,
se
me ha metido ahora dentro.
Ahora
el halo es de dentro
y
ahora es mi cuerpo centro
visible
de mi mismo: soy, visible,
cuerpo
maduro de este halo,
lo
mismo que la fruta, que fue flor
de
ella misma, es ahora la fruta de mi flor.
La
fruta de mi flor soy, hoy, por ti,
dios
deseado y deseante,
siempre
verde, florido, fruteado,
y
dorado y nevado, y verdecido
otra
vez (estación total toda en un punto).
sin
más tiempo ni espacio
que
el de mi pecho, esta
mi
cabeza sentida palpitante,
toda
cuerpo, alma míos
(con
la semilla siempre
del
más antiguo corazón).
Dios,
ya soy la envoltura de mi centro,
de
ti dentro.
Animal de fondo 1949
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